viernes, 23 de septiembre de 2016

5 consejos de una mexicana para que alcances la libertad financiera

El 90% de los latinos carecemos de educación financiera. Nuestra educación está enfocada en crear empleados que reciban un sueldo y gastarlo. “Ese pensamiento hay que romperlo. Debemos dejar de pensar en gastar y comenzar a invertir.” Ana Cortés nos dice cómo.
Son noticias impactantes: Michael Jackson cede el rancho Neverland a Colony Capital por falta de recursos para mantenerlo, Mike Tyson pierde una fortuna de 300 millones de dólares y Kanye West le ruega a Mark Zuckerberg 53 millones para pagar sus deudas. ¿Cómo, por Dios, se puede tener ingresos tan descomunales como los de estas celebridades y aun así caer en bancarrota?

“La libertad financiera es un concepto muy diferente del de flujo financiero”, dice Ana Cortés, la mexicana que hoy es CEO/fundadora de la empresa Creadores de Éxito.

“La gran mayoría de los seres humanos sabemos aritmética, pero cuando se trata de aplicar ese conocimiento al dinero, por alguna razón pareciera que se nos olvida. Se puede ser una persona de ingresos bajos y tener libertad financiera o se puede ser muy exitoso pero esclavo de las deudas.” Los ejemplos citados, claramente le dan toda la razón.

Cortés, quien pasó de ser alumna a socia de celebridades internacionales como Robert Kiyosaki (autor del best seller Padre rico, padre pobre) y John Maxwell (autor del best seller del New York Times The 21 Irrefutable Laws of Leadership) es hoy una exitosa entrenadora personal y de negocios, conferencista y autora del libro Cruce el puente de sus finanzas.

Pero, en sí, ¿qué es la libertad financiera? “Básicamente –responde Ana– es educar e inspirar a las personas para que puedan incrementar sus activos con relación a sus pasivos, porque lo que hay que entender es que en cualquier persona, empresa o incluso gobierno, los asuntos de dinero no tienen que ver con cuánto se gana sino con cómo se maneja.”

Y las palabras de Ana tienen sustento en la realidad: América Latina acaba de pasar una época de altos precios de su canasta exportadora, la que, de manera contraproducente, dejó un incremento de la deuda pública y privada en la región, según un reporte entregado por la BBC. En pocas palabras: se desaprovechó nuestra época de bonanza.

“Hace unos años estuvimos en Dubái –cuenta Ana–, y entendimos su proceso de crecimiento. Durante décadas, ese país exportó mucho petróleo, pero el dinero de esas ventas se capitalizó y se usó para construir una infraestructura enfocada al turismo espectacular, de la cual viven hoy. Podríamos decir que en Dubái se alcanzó la libertad financiera y en América Latina no.”

Ese mismo análisis puede ser traslapado a las personas naturales: según Georges Hatcherian, en esta última década en América Latina, “la clase media gastó más y las tarjetas de crédito permitieron ese mayor consumo”. Consumo desaforado que hoy proyecta una situación complicada hacia el mediano plazo. Para Sergio Navajas, especialista de la unidad financiera del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), “el bienestar de los hogares y de las instituciones financieras, con una alta concentración de tarjetas en sus carteras de consumo, está en peligro”.

Pero en la definición de Cortés sobresale la palabra “inspirar”. Dice ella: “La educación financiera no es una fórmula, no es un Excel, no es un plan de negocio; es una transformación mental que logra hacernos superar mitos, prejuicios y concepciones erradas sobre cómo nos comportamos con el dinero. Debemos lograr conectar nuestras emociones y deseos con nuestras finanzas para alcanzar nuestros sueños.

“Yo enseño libertad financiera porque yo la apliqué con éxito en mi vida. Hace cinco años tenía cuatro hijos y una casa vacía; nada más. Me mentalicé que esa no iba a ser mi vida, y durante un largo año no tuve un solo consumo de lujo o entretenimiento. Todo lo usé para invertir en mí como persona, adquiriendo educación. De ese esfuerzo nació la empresa que hoy tengo.”

Según el informe “La educación financiera en América Latina”, del Banco de Desarrollo de América Latina, “la importancia de la educación financiera como un componente de las políticas de crecimiento efectivas ha sido reconocida cada vez más por los responsables del desarrollo de políticas públicas de las economías latinoamericanas”.

Ana complementa este postulado: “El 90% de los latinos no tienen ningún tipo de educación financiera. Y nuestra educación está enfocada en crear empleados, para recibir el sueldo y gastarlo. Ese pensamiento hay que romperlo. Debemos dejar de pensar en gastar y comenzar a invertir.” El cómo es lo que Ana ha enseñado, logrando impactar a más de 400,000 personas, 190,000 de las cuales son ya sus seguidores en Facebook.

Por supuesto, no desaprovechamos la oportunidad para pedirle a Ana consejos prácticos sobre cómo alcanzar la libertad financiera:

Si vas a comprar un carro, compra el mejor, pero ponlo en Uber a trabajar todo el día y muévete tú en bus, en taxi o bicicleta.
Con los ingresos del auto paga la deuda que adquiriste para comprarlo y luego tienes un ingreso que puedes invertir en comprar otro.


Si vas a comprar una casa, compra un local comercial, arriéndalo y vive en un arriendo inferior a ese ingreso, para que te quede una ganancia, la que puedes ir invirtiendo.
Si vas a comprar un celular de 1,000 dólares, compra uno de 100 y el resto inviértelo en acciones.
Si eres un empresario debes saber que tus empleados no van a trabajar al ciento por ciento si tienen que pasar el día entero preocupados como pagar sus necesidades, por lo que un buen sueldo y educarlos a ellos en libertad financiera es una gran inversión.

El personaje Tyler Durden de la película Fight Club, de David Fincher, decía que “las cosas que posees terminan poseyéndote”. Ana tiene una visión compartida, pues, para ella, “el dinero es para nosotros usarlo, no que él nos use.

“Antes de buscar la libertad financiera debemos buscar la libertad espiritual. Los latinos tenemos una carga desde la Colonia y es el no tener identidad. Ese vació lo llenamos adquiriendo la identidad de las marcas, pensando que adquirir bienes de lujo nos da importancia social y que la aceptación social a través de nuestros bienes nos define. Eso es mentira.

“Debemos cambiar ese chip: llenarnos de amor propio, no buscar el reconocimiento exterior sino el enriquecimiento personal, lo que nos permitirá cambiar nuestros patrones de consumo e inversiones. Con eso y con base en la disciplina, todo se puede lograr.”

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